Teníamos pendiente una excursión con nuestro amigo todoterreno Javi García, y por fin, a mediados de Julio pudimos compartir una buena escapadita. La idea era ir a Pardines, un bonito pueblo del pirineo catalán, ensombrecido por el gigante de la Vall de Ribes: Ribes de Freser.
Salimos a las 6 de la mañana para empezar a andar pronto desde Pardines, ya que queremos subir las principales cimas que hay a su alrededor: Puig Cerverís, Puig Estela y Taga.
Desde allí subiremos al Puig Cerverís, una cima de 2.200 metros de altura muy poco visitada. El camino sube con fuerza, cruzando la pista de Tregurà de Dalt y espléndidos bosques y praderas alpinas. Incluso nos encontramos con algún que otro rebeco que nos miraba desde la distancia.
El Puigcerverís es una cima que destaca sobre la Serra de la Canya, que nos llevaría hasta el Balandrau. La cercanía a dos conocidos gigantes de esta zona, como son el Balandaru y el Taga le resta protagonismo a esta cima que hará las delicias del que busca un lugar solitario y panorámico. Por un lado podemos observar la Olla de Núria: Puigmal, Eina, Noucreus, Torreneules y Coma del Clot.
Las cimas prepirenaicas más conocidas de Cataluña también son visibles desde aquí: Serra d'Ensija, Pedraforca y El Cadí.
Y como no, también vemos el resto de objetivos del día, el Puig Estela a la derecha y el Taga a la izquierda. Al fondo también podemos ver la silueta de una sierra visible desde media Catalunya: el omnipresente Montseny.
Comenzamos un suave y cómodo descenso hasta el Coll de Meianell, por donde pasa la pista a Tregurà y que sería una base de ascenso al Puig Cerverís para los más perezosos, jeje. Encontramos allí, aparte de grandes praderas, una pequeña charca y un plafón sobre la "Reserva Nacional de Caza de Freser-Setcases", reserva destinada principalmente a la caza del rebeco.
Seguimos en camino a la Collada Verda, desde donde comenzaremos el ascenso al Puig Estela. Por el camino nos encontramos con este búnker.
Cuando estamos llegando el cordal del Puig Estela nos alcanza la niebla que prácticamente no nos dejaría ya hasta retornar a Pardines. Sin demasiadas vistas y por terreno amplio llegamos a la cima del Puig Estela, que si no fuera por el gran pilón de piedras nos hubiéramos pasado sin diferenciarla de cualquier otra prominencia.
Pronto el camino ya desciende hacia la Portella de Ogassa, interesante collado que supone el paso natural desde Ogassa y la zona de Sant Joan de les Abadesses hacia Ribes de Freser y Pardines.
Desde aquí ascendemos de nuevo, ahora con un poco más de pendiente, hasta llegar a la marcada y amplia cima del Taga, donde encontramos su característica y gran cruz blanca y un vértice geodésico.
La vista desde esta cima es sensacional, pero en nuestro caso y debido a la niebla es más bien uniforme y monótona: niebla, niebla y más niebla. En algún momento se despeja lo suficiente para ver algo, pero poca cosa.
Aún así, alcanzar una cima aún con visibilidad nula o reducida es una experiencia interesante, que recomiendo encarecidamente al que no lo haya hecho nunca (siempre que las condiciones meteorológicas y nuestros conocimientos o sentido de la orientación nos lo permitan).
Reponemos un poco de energía y descendemos a la Portella de Ogassa y luego directamente hacia Pardines por vastas praderas verdes, donde con frecuencia podemos encontrar caballos.
Tenemos dos caminos posibles para regresar a Pardines: uno que pasa por el camping cercano al pueblo, que desciende y nos haría ascender de nuevo, y el más directo, que pasa por Santa Magdalena de Puigsac.
La ermita de Santa Magdalena es originaria del siglo XII, época de la que conserva su portal. En el siglo XVIII se le hizo una transformación y en los años 80 se restauró añadiéndole el soportal, buscando retornar a los orígenes románicos de la construcción.
Poco nos queda ya hasta Pardines. Lástima que el tramo final tenga una leve subida que se hace un poco pesada después de toda la excursión. No en vano han sido casi 27 kilómetros y casi 7 horas de marcha. Nos sentamos en la plaza del pueblo a tomarmos unos refrescos antes de volver a casa. Antes de irnos, aparece una familia francesa y nos preguntan, mapa en mano, por excursiones por la zona. Después de unas cuantas sugerencias, Olla de Núria incluída, nos agradecen las recomendaciones y se marchan. Gracias Javi por la compañia y los conocimientos compartidos sobre caza, tiro con arco y fauna, la excursión ha sido muy completa. Para la próxima con camiseta de Xiruca, jeje.