Hablar de Benasque parece irremediablemente ligado a hablar del Aneto. Nosotros ya lo habíamos ascendido el día anterior, logrando que uno de nuestros compañeros por fin alcanzase ese ansiado hito de subir al techo del Pirineo. Ahora, por fin, teníamos un día para realizar una ascensión menos concurrida. Habíamos dormido de película, en una cabaña de libre acceso que hay en el Plan de Turpi, a los pies de Baños de Benasque.
La idea, como estábamos un poco cansados, era ir a visitar los Ibones del Alba y allí decidir si subíamos al Pico de Alba o hacíamos travesía por la Brecha de Alba hacia Cregüeña, otro valle que está a los pies del mismo pico y en el que se halla el tercer lago más extenso del Pirineo, el Ibón de Cregüena.
Así, subimos a primera hora hacia Baños de Benasque, donde empezaremos a caminar. A este complejo quizás le falte una renovación, sobre todo por la apariencia externa, pero los precios son asequibles y un baño de aguas termales es una buena idea para concluir una excursión.
Desde aquí cogemos un camino casi horizontal por pedregales. Pronto, no obstante, encontramos el desvío indicado hacia Alba, y la horizontalidad del camino se torna casi verticalidad, pues pasamos a fuertes rampas para ganar altura por el estrecho Canal del Turonet de Alba.
El terreno se accidenta cada vez más y vamos ascendiendo por piedra, con pasos fáciles de grimpada hasta que finalmente llegamos a un llano herboso junto al Turonet de Alba. Aparte de salir a un amplio llano y a terreno cómodo y marcada senda, aparecen buenas vistas al Valle del Río Ésera y al Embalse de Paso Nuevo.
Vamos bien de tiempo y fuerzas. Por el camino hemos alcanzado a un grupo de tres que se iban preguntando si el camino era correcto, pues dudaban en las múltiples grimpadas si habían marrado el camino. Ahora que el terreno es sencillo se desvanecen las dudas. Sin complicaciones y por marcada traza llegamos al primero de los Ibones de Alba, por encima del cual ya se vislumbra la Brecha de Alba, aunque en este punto todavía no tenemos muy claro cuál es de las que vemos.
Seguimos ganando altura, sin pasar por el Ibón intermedio de Alba y finalmente llegamos al más alto de los tres, desde donde vemos las Brechas de Alba más cercanas.
Se ve bastante bien el ascenso al Pico de Alba, que es el que afrontaremos ahora. El camino se torna un poco más dificultoso, pues sube más fuerta y la traza no es tan clara, pero se hace evidente hacia donde hay que subir. Pronto alcanzamos buenas vistas sobre el Ibón que acabamos de dejar atrás.
La cresta a la que debemos dirigirnos es siempre evidente, y nos dirigimos hacía allí por camino cada vez más pedregoso y descompuesto.
Finalmente alcanzamos la cresta que nos encamina hacia la Tuca Blanca de Paderna, con espléndidas vistas hacia los Ibones de Alba y a las cimas vecinas al Perdiguero.
Y no podemos dejar de dirigir nuestra mirada a la impresionante Cresta de los Quince Gendarmes, con las Brechas de Alba partiéndola en dos puntos diferentes. Todavía dudamos cuál de las dos será la Brecha de Alba, la que nos puede conducir al Valle de Cregüeña de manera más sencilla.
Ya en la cresta que une la Tuca Blanca de Paderna con el Pico de Alba, por donde nuestra ruta confluye con el ascenso desde La Renclusa; la Punta Delmás, el Pico Mir y el Pico Sayó se alzan imponentes por encima de las nubes.
Y mirando atrás, de nuevo a la zona del Perdiguero, volvemos a ver ese fenómeno tan típico de las fronteras pirenaicas de España con Francia: las nubes sobre el territorio francés, cara norte, y totalmente despejado en la cara sur, sobre España. Una de las principales explicaciones de este fenómeno es el efecto Foëhn, que intentaremos explicar en la medida de nuestras posibilidades en algún artículo. Pero de momento os dejamos este video para ilustrar sobre el terreno este curioso fenómeno que seguro habéis observado con frecuencia:
Seguimos ascendiendo por sendos pedregales, por terreno sencillo pero bastante descompuesto. Hay que tener cuidado de no tirar piedras a nuestros compañeros. Por fin, después de una parte final bastante dura, alcanzamos la cresta cimera, con fantásticas vistas.
Desde este punto avistamos, en la lejanía, el enorme Ibón de Cregüeña.
Aún nos queda una pequeña y corta cresta a una punta que parece un poquito más alta que la que pisamos. Aparentemente es complicada y tiene pasos difíciles, pero cuando nos acercamos a ella vemos que hay pasos sencillos y seguros al otro lado del filo de la cresta. Ya en el punto más alto, disfrutamos de unas maravillosas vistas a sendas cimas: Punta Delmás, Pico Mir, Pico Sayó y al fondo la Maladeta. En primer término y más cerca de nosotros destaca el Diente de Alba.
Comemos y tomamos alimentos energéticos en la cima. Después retornamos por los descompuestos pedregales y descendemos en dirección al Ibón superior de Alba.
Bajamos despacio y con sumo cuidado, pues las trazas están muy deshechas y las piedras se desprenden con sólo mirarlas. Así que intentamos no tomar las trazas más pisadas para no tirarnos piedras. El ascenso ha ido bien, y aún tenemos bastante tiempo, así que decidimos ir a buscar la Becha de Alba para intentar descender por el Valle de Cregüeña. Cuando estamos un poco por encima de las brechas comenzamos a flanquear por debajo de la Cresta de los Quince Gendarmes. Aún no tenemos claro si la Brecha de Alba es la primera que encontramos o la que hay un poco más abajo. Llegando a la primera, nos asomamos a ver si es factible ascenderla. Como parece complicada y no hallamos hitos ni marcas de ningún tipo, seguimos hasta alcanzar la segunda, donde sí encontramos un hito de piedras. Ganar la Brecha es bastante sencillo, y por fin avistamos al otro lado el Valle de Cregüeña.
Descendemos ahora por accidentado terreno, con algunas marcas aisladas, directamente hacia el Ibonet de Cregüeña. El mapa Alpina marca un flanqueo que lleva casi directo al Ibón de Cregüeña, pero nosotros tomamos la directa al Ibonet. En poco tiempo, aunque en lenta progresión por canchales, llegamos a este pequeño lago de alta montaña, donde algunos de nosotros toman un relajante baño en las gélidas aguas.
Desde el Ibonet el descenso está más marcado y pronto se convierte en una traza muy clara, que nos lleva junto al Río Cregüeña. Es un espectáculo ver cómo bajan las aguas por este valle.
Llegados a la Pleta de Cregüeña el terreno vuelve a allanarse para luego volver a bajar por fuerza entre bosques, siempre junto al descenso del río. El Río Cregüeña desemboca en el Río Ésera, donde desemboca nuestro camino también.
Desde aquí seguiremos aguas arriba, por una ancha pista que nos devuelve al Plan de Turpi. Allí tomaremos el GR que asciende hasta Baños de Benasque, donde tenemos el coche y por fin finalizamos esta preciosa travesía.