Hace unos meses escribí el primer artículo para la página web. Se titulaba "Acercarse a la montaña" y aún se puede leer en esta página. En él hacia una pequeña reflexión sobre lo que me parece más importante tener en cuenta a la hora de salir a la montaña. Me gustaría profundizar un poco más en la elección de excursiones y en la adecuación al medio y en un futuro artículo quizás hablaré de cómo planificar una excursión.
Bien, ya comenté extensamente que bajo mi punta de vista lo más importante al salir a la montaña era el sentido común.
Ahora me gustaría ahondar un poco más en el por qué la gente es reacia a salir a la montaña y en la adaptación al medio.
Una de las cosas que intenta la página web es ofrecer excursiones de todos los tipos y colores para que cualquier persona, poco o muy interesada en la montaña, pueda disfrutar de ella.
Cuando le ofreces a alguien venir de excursión te acostumbras a recibir respuestas como: ¿Tan pronto hay que salir? ¿Y a mí ahí qué se me ha perdido? ¿Tantas horas hay que andar? ¿Subir 2 horas para luego bajar? En fin, mucha gente es reacia de entrada a ponerse a caminar por el gusto de caminar o de conocer lugares de una de las maneras más primitivas que existen.
Mi experiencia, que por otra parte es limitada, me dice que una excursión caminando, sea del nivel que sea, no deja indiferente a nadie y siempre nos descubre algo nuevo de nosotros mismos, de nuestros compañeros o del precioso territorio que tenemos tan cerca y tan descuidado.
Recuerdo perfectamente llevar a gente que ha sufrido mucho un día, han dicho que nunca repetirían y al final les ha encantado la montaña o la escalada. Y es que una de las cosas que más nos puede aportar el excursionismo es la lucha contra nuestros propios límites y la capacidad de superación en su vertiente más pura: Normalmente estás haciendo algo que no tienes por qué hacer, sólo porque te gusta o porque te apetece hacerlo.
Otra manera típica de ver las cosas es pensar que no estamos hechos para la montaña, que hay mucha subida, o que me arriesgo mucho, etcétera, etcétera. Pues bien, tengo que darles la razón a estas personas, el hombre actual no está hecho para la montaña, pero eso no significa que no pueda disfrutar de ella. Es más, yo lo considero un aliciente en ese aspecto, ya que es un medio hostil con mucho por conocer y por ofrecer.
Ahí es donde como siempre debemos poner un poco de sentido común y procurar ser nosotros los que nos adaptemos al medio, y no adaptar el medio a nosotros. Cada vez que salimos al medio natural estamos generando un impacto que en muchos casos no podemos evitar del todo, pero sí reducir. A veces queremos llegar con el coche a las cimas de las montañas, o esperamos que haya puentes y escaleras mecánicas en todas partes. Pues bien, por naturaleza las cosas no son así y aunque parezca una tontería y algo evidente me parece una gran experiencia tomar conciencia de ello y qué lugar mejor para ello que la naturaleza en su estado más puro.
Hoy día, además, si no queremos hacer grandes esfuerzos, sólo tenemos que coger un ordenador con conexión a Internet y encontraremos con suma facilidad preciosas excursiones en las que no hay que subir ni bajar nada o en las que en vez de andar 30 kilómetros sólo tenemos que andar 5. Lo que creo que no debemos hacer es enfadarnos con el mundo porque en tal montaña hay mucha subida y cuesta mucho. Si no nos gusta, pues buscamos otra más fácil, pero la montaña no tiene la culpa de que nosotros seleccionemos excursiones que no son para nosotros o que nosotros no queramos esforzarnos un poquito más.
En el título hablaba de montañas a la carta. Con esto me refiero a que nuestro entorno es tan variado que podríamos estar casi una vida haciendo excursiones fáciles sin desnivel o excursiones en las que necesitamos cuerda para escalar, o en las que andamos al lado del mar, por poner algunos ejemplos. Así que hagamos excursionismo a la carta, seleccionando lo que queremos hacer, porque tenemos la suerte de tener más variedad de la que podríamos imaginar; pero no pretendamos que cosas que han sido de una determinada manera incluso antes de que nosotros existiéramos cambien para satisfacer un deseo egoísta de alcanzar aquello que nos cuesta.
En resumen, que os recomiendo encarecidamente que disfrutéis el maravilloso entorno que tenemos, porque conocer lugares y acercarse a la montaña siempre vale la pena, aunque a veces cueste más darse cuenta.