29 de agosto de 2021. Sin haber una previsión meteorológica perfecta, las probabilidades de precipitación no son muy elevadas y parece que será el mejor día de lo que nos queda en Dolomitas. Nos decidimos entonces por la ruta más comprometida de las que tenemos como objetivo: el Monte Pelmo.
Este ascenso es de más de 1.600 metros de desnivel y suele llevar unas 6 horas sólo el ascenso. Así que madrugamos y a las 7:30 de la mañana ya estamos en las cercanías de Zoppé di Cadore, desde donde iniciamos la aproximación al Refugio Venezia.
Este primer tramo es un ascenso bastante amable, en su mayor parte por pista de tierra que discurre bajo frondosos pinares. Tras hora y media hemos salvado tan sólo unos 300 metros de desnivel, pero ya estamos en el refugio, al pie de las impresionantes paredes del Monte Pelmo.
Junto al refugio también se hallan unas verdes praderas con visión directa a la Punta Sorapiss o al Antelao.
Tomamos algo energético porque en breve deberemos afrontar la vertiginosa Cengia di Ball. Delante nuestro sube un numeroso grupo de bomberos, rescatistas o similar a hacer maniobras en esta zona. Avanzamos por una senda marcada en pedregal, que gana altura hasta el lugar donde debemos empezar a trepar para entrar en la famosa faja.
Una flecha roja con la palabra "attaco" nos marca por dónde hay que iniciar esta ruta.
Tras estas primeras trepadas seguimos subiendo, ahora por senda estrecha pero marcada, que pronto se vuelve horizontal. La Cengia di Ball es un tramo de tan sólo un kilómetro, pero las estrechas repisas y la verticalidad de las paredes impresionan y nos hacen ir con más tranquilidad y cautela. Podemos decir que es más impresionante que difícil, pero no valen los fallos aquí.
La verdad es que yo no me separé demasiado de la pared y tenía bastantes ganas de salir de este tramo. En algunos puntos hay que agacharse un poco, en otros apoyarse en alguna repisa estrecha y los más expuestos del final tienen sirgas o cordinos para pasar.
El paso más famoso, casi al final, es el Paso del Gato, donde hay que coger alguna presa sin verla y donde hay más exposición. No obstante, las presas son muy buenas y las cuerdas nos dan bastante seguridad.
A la vuelta tiene un poquito más de dificultad porque los puntos de apoyo se ven peor al intentar salir del paso. En algo menos de una hora salimos de esta senda y paramos a desplegar los bastones y a relajarnos un poco de la tensión acumulada.
A partir de ahora lo que nos espera es piedra, piedra y más piedra, en una larga sucesión de gradas a superar.
Proseguimos buscando hitos y los puntos más cómodos para ganar altura, a veces por piedra un poco limada y otras con piedra un poco suelta, pero sin excesiva dificultad.
Tras ganar algo de altura empiezan a destacar las puntas a los dos extremos del macizo. Mirando a la izquierda la Spalla Sud.
Y mirando a la derecha la Spalla Est.
Seguimos ganando gradas, algunas con nieve y otras donde hay que usar las manos para hacer sencillas trepadas. También hay tramos donde tenemos traza de senda y avanzamos de manera más cómoda. Cuando ya hemos superado unas cuantas gradas y parece que no va a haber muchas más aparecen otras nuevas.
La perspectiva sobre la Spalla Sud es distinta ahora.
Finalmente se acaban las gradas y salimos al Vant, una zona donde el terreno se aplana y que ofrece nuevas perspectivas a las cotas más altas del macizo. Frente a nosotros se alza la cresta que nos llevaría a la Spalla Est.
Y un poco más a la izquierda encontramos la máxima elevación del macizo.
Este tramo es el más sencillo de todo el ascenso, pero aún así no dejamos de ascender y llevamos más de 5 horas desde que hemos empezado a caminar. Ya empezamos a llamarle "Pelmazo" a esta montaña.
Ya estamos próximos a la cota más alta y antes de acometer el ascenso final a la cima las vistas a Monte Civetta y al Pelmetto son de auténtica impresión.
También se ve el pueblo de Pecol muy, muy abajo. Para acabar de sumar ambiente a la aventura han empezado a concentrarse nubes en la arista cimera y cae algún copo aislado y minúsculo de nieve.
Ya observamos nuestro objetivo final, aunque este último tramo hay que hacerlo también sin prisas, pues hay algún punto húmedo y otros con algo de piedra suelta.
Y cuando ya está arriba y parece que se han acabado los obstáculos, aparece un bloque de piedra de unos 2-3 metros. Si eres muy hábil puedes afrontarlo de frente, pero si no hay que rodearlo por la izquierda y pasar un flanqueo de un paso con bastante exposición y tomar un par de presas en ascenso por terreno un poco suelto y con algo de nieve. Me planteo seriamente si darme la vuelta, pues este pequeño paso en descenso tiene una enorme exposición. Finalmente lo afronto y se gana la plana y amplia arista cimera, con amplísimas vistas y coronada por una cruz metálica.
Para empezar vemos la Marmolada con su glaciar y el Piz Boè con sus amplias mesetas rocosas.
Y como no, el Monte Civetta también se deja ver desde aquí.
La visión de la Spalla Sud con los lejanos y verdosos valles de fondo bien merecen haber hecho este ascenso.
Han transcurrido 7 horas desde que empezamos a caminar por la mañana. Son casi las 15 y queda todo el descenso. Paciencia, cuidado y esperando que las nubes no descarguen complicando el descenso.
Superamos primero el corto destrepe junto a cima, apoyando con mucho cuidado en las presas con nieve y el flanqueo. Pasado esto, toca descenso por terreno un poco suelto. Lo siguiente será deshacer el tramo del Vant, que es el más relajado. Y como no, después hay que descender las numerosas gradas, con algún tramo nevado que requiere más precaución pero que se deja hacer. Y cuando pasamos todo esto, parada estratégica para tomar algo, coger fuerza y guardar los bastones para afrontar el monstruo final: la Cengia di Ball nuevamente.
Estamos bastante tensos pensando en tener que deshacer este vertiginoso tramo, pero finalmente se hace más corto y cómodo de lo que esperábamos y en unos 45 minutos ya hemos vuelto a la senda normal que no llevará al Rifugio Venezia.
Allí nueva parada para reponer energía, agua y ya sólo queda el cómodo descenso por bosque y pista al coche. Al principio del día tenía la impresión que no íbamos a poder realizar esta larga y exigente ruta, pero finalmente lo hemos conseguido. En total unas 12 horas nos ha llevado completar esta maravillosa y larga ruta. Pelmazo, sí, pero espectacular. Mañana tocará jornada de descanso, jeje.
Si quieres ver todas las fotos del ascenso al Monte Pelmo, las tienes aquí.