Esto pretende ser una introducción a la cartografía en el mundo excursionista. No intenta ser una guía, sólo una introducción a mi visión y mi experiencia sobre el uso de ella.
Para mí el uso y la interpretación de mapas es algo apasionante. A veces disfruto tanto o más en casa preparando las rutas sobre las mapas que luego andándolos. De ahí que recomiende encarecidamente el uso de los mapas y cogerles el gusto, pero en contra de lo que mucha gente dice, y me explicaré con detalle, no creo que un mapa sea imprescindible.
Como ya he dicho anteriormente los mapas son altamente útiles, y los tracks GPS, brújulas y cualquier otro instrumento o herramienta que nos permita orientarnos. Pero en ocasiones he oido y he leido que no hay que salir sin mapa nunca y cosas similares, a lo que le doy la razón sólo parcialmente.
Creo, sin embargo, que un mapa puede ser un arma de doble filo. De poco le va a servir un mapa a alguien que nunca ha interpretado uno y en ese caso no puede poner su confianza en él como si fuera algo mágico que nos va llevar de golpe al camino "bueno".
Todos nos perdemos y erramos caminos, y lo que me parece más claro y vital en montaña es tener siempre clara una vía de "escape", más que tener claro por donde nos envía el mapa.
Esto es, y para mí es la más importante regla de seguridad: Hay que saber muy bien por donde hemos ido para poder deshacer nuestros pasos con seguridad y tiempo suficientes. Quiero decir con esto, que si voy a hacer una trepada que no sé si me voy a atrever a destrepar, mejor dar la vuelta si no estamos seguros de que arriba encontraremos un camino más fácil o que no va a haber pasos más difíciles más arriba.
Si llevo caminando tres horas sin encontrar el camino correcto, tengo que tener muy claro por dónde retornar a mi punto de origen y cuándo se hará de noche para que no me quede en un punto desconocido y sin luz.
Si no he interpretado un mapa nunca quizás lo más adecuado es que busque por Internet o pregunte a alguien de confianza por un camino que esté muy bien señalizado, por ejemplo. Esa puede ser una buena manera de no confiar el éxito de nuestra excursión a una interpretación de mapa que puede ser errónea, o de comenzar a usar los mapas para aprender, si vamos por un camino sin pérdida y tengo muchos puntos de referencia que puedo localizar en dicho mapa.
Con esto no estoy diciendo que no nos documentemos o nos informemos. Cuanta más información más posibilidades de éxito tendrá nuestra excursión. No obstante, es muy importante contrastar las fuentes de información y tener una idea de la fiabilidad y el funcionamiento de cada fuente.
Cuando yo miro una ruta en una página web, en un libro o en un mapa, no deja de ser la interpretación de alguien, y es bueno conocer cómo piensa ese alguien. Hay términos y maneras de expresarse que son subjetivas y nos ayudará mucho a ajustar la interpretación a la realidad saber cómo se valora esa realidad desde una misma fuente.
Por ejemplo, los dibujos y leyendas de cada mapa son similares, pero diferentes entre ellos. Hay editoriales que dibujan las diferentes alturas con colores diferentes, lo que nos puede ayudar a visualizar mejor el terreno en tres dimensiones, otros marcan muy claramente los senderos excursionistas y otras indican hasta el último detalle del terreno, lo que a veces nos puede despistar por sobre-estimulación informativa. Por ello es importante que usemos y conozcamos bien el material para saber cómo interpretarlo. Como en todo siempre habrá gente que nos aconsejará, e incluso gente que pretenderá que lo hagamos todo como ellos. Desde mi punto de vista lo más importante es escuchar los consejos, documentarse, probarlo uno mismo y luego sacar tus propias conclusiones.
Así, pues, me permito dar unos consejos finales: Informaros, conoced, probad.
En próximos artículos hablaré de las referencias que yo utilizo y de mi visión sobre ellas, intentando dar a conocer recursos que pueden ser útiles.
¡Gracias y a disfrutar vuestras excursiones!