13 de agosto de 2018. Llegamos a los Alpes suizos, a la población de Saas-Fee, probablemente la población más conocida de la zona junto con Zermatt. Como mínimo se puede calificar esta población de peculiar.
Las calles limpias, cuidadas y con fachadas y edificios perfectos en un entorno donde la persona media que te cruzas por la calle es un atleta de alto rendimiento haciendo un stage con su equipo. No en vano encontramos en esta localidad una de las mayores instalaciones del centro de Europa para esquiar en verano. Otra curiosidad adicional es que no se puede acceder a las calles del pueblo en vehículo motorizado, por lo que pasear por sus calles resulta francamente agradable. Eso sí, si lo que buscas son precios moderados, éste no sería tu destino.
Nuestro plan para el día siguiente es tomar un telecabina y después el Metro Alpin, el funicular y metro más elevado del mundo, llegando a algo más de 3.500 metros de altura.
Desde allí queremos ascender al Allalinhorn, una cima de poco más de 4.000 metros de altura con una dificultad técnica mínima para su elevada altura. No tenemos claro cómo irá el día, pues la previsión es de nubes intermitentes y cobertura de nubes.
Tras tomar los dos telecabinas y el pintoresco metro estamos ya a 3.500 metros de altura, en el confort del Mittelallalin, un complejo con bar, restaurante y el Pavillon de Glace, una cueva de hielo con una temperatura por debajo de cero grados donde han esculpido diversas figuras. La previsión es mala y parece que en un par de horas puede mejorar un poco, por lo que vamos a visitar el Pavillon para hacer tiempo.
La verdad es que el lugar es como mínimo curioso, con figuras diversas como pingüinos e incluso un fiero dragón de hielo.
Concluída la visita y tras esperar un buen rato a que mejore el tiempo, finalmente decidimos ascender aunque no hace un gran día. Incluso nos cae algún copo de nieve al principio. La ruta se inicia por una pista de esquí, donde entendemos las palabras de Richard Goedecke sobre este ascenso en su guía de los cuatromiles de los Alpes:
En la ruta normal existe sobre todo el peligro de ser arrollado por un esquiador en trance de velocidad
Tras una media hora de ascenso llegamos a la parte más alta de la pista de esquí y la dejamos por otra pista de nieve.
Cuando concluye esta nueva pista pasamos un sendero ya más estrecho, con traza muy bien hecha por las cordadas previas. Lástima que la visibilidad es tirando a nula. En algún momento despeja un poco.
La senda nos lleva finalmente a una grieta, que superamos por una escalera de madera que han instalado para superarla.
Aunque impresiona un poco se asciende con mucha seguridad. De hecho, a veces lo más complicado desclavar las puntas de los crampones de los peldaños al ascender, con lo que la probabilidad de resbalón es irrisoria. Y pasada esta escalera aún nos quedan las rampas más pronunciadas, pero la nieve está en muy buen estado y al no ver mucho con la niebla el miedo a resbalón también se reduce.
No nos separa mucho desnivel de la cima, pero estamos notando la altura y subimos a un ritmo pausado. Finalmente hacemos cima, aunque no vemos nada más allá de a unos pocos metros, por lo que nos perdemos la que debe ser una panorámica estupenda.
Comemos un poco y descendemos en seguida, pues quedan un poco más de 2 horas para que descienda el último Metro Alpin y no nos gustaría quedarnos por aquí. Tardamos bastante menos a volver al Mittelallalin y podemos limpiar un poco los crampones antes de bajar. Cuando llegamos ya no queda prácticamente nadie allí. Y así concluye nuestro primer y último cuatromil en Suiza. Mañana queremos irnos ya de Saas Fee camino de Dolomitas. Intentaremos buscar un lugar más modesto para conocer antes de llegar allí.