Lo cierto es que no recuerdo muy bien cómo fue el 8 de agosto. Después de dormir en el parque de Issime desayunamos tranquilamente y nos fuimos a dar un paseo por pueblos cercanos. La previsión para ese día no era muy buena, y para el día siguiente era todavía peor. Lo que sí recuerdo es que fuimos a dar un paseo y a visitar la Cascata del Niel, que se alcanzaba en un corto y agradable paseo entre alpinos bosques. Se llegaba a la cascada en unos 20 minutos desde la localidad de Chef-Lieu.
Tras esto seguimos nuestro camino a Gressoney a buscar algún alojamiento que no nos arruinara. Éste es un hermoso y turístico pueblo que nos pillaba de camino y estaba muy cerca de los teleféricos que tomaríamos unos días después. Tras varias decepciones por ocupación total o precio desorbitado, por fin nos sonríe la suerte. Aconsejados en un hotel vamos a una pensión de dos estrellas, Villa Tedaldi. Allí la camarera nos dice que está todo lleno, pero que igual pueden arreglar algo. Se va a consultar con su jefa y finalmente nos enseña una especie de gran cobertizo de madera. Allí, según nos dice en su más que aceptable español, vive un "tío", pero nos pone en la habitación de al lado. Nos monta un par de colchones en el suelo y nos arregla una habitación. Suena bastante precario, pero lo cierto es que estuvimos bastante bien. Nos costó, si no recuerdo mal, 15 € por persona y noche, con desayuno incluído. Desde luego el precio no era para quejarse. Y así más o menos transcurrió el 8 de agosto, por lo menos en mi memoria. Recuerdo que cada noche durante los días siguientes iríamos mirando la previsión meteorológica y haciendo cambios diversos en las reservas de refugio. Lo que era seguro es que entraba mal tiempo y teníamos que posponer nuestros planes de ascenso a cuatromiles.
El 9 de agosto decidimos hacer un tramo del Tour del Monte Rosa. El Tour del Monte Rosa (TMR) es una travesía circular de varios días que rodea el gran macizo alpino, similar al Tour del Mont Blanc que había podido hacer 2 años antes. En nuestro caso la idea era hacer algo que nos mantuviera en forma, con mochila ligera y que nos permitiera retirarnos "rápido" en caso de mal tiempo. Fue así como decidimos ir a Staffal, punto de partida de muchas excursiones y de diversos teleféricos que te aproximan a las cotas altas de la montaña.
Allí estuvimos mirando los múltiples bonos de uso de remontes para gastar lo menos posible. Desde allí empiezan las aproximaciones al refugio Gnifetti y al Quintino Sella. En la ruta de hoy íbamos a usar un teleférico y dos remontes.
Finalmente tomamos el primer teleférico hacia Santa Anna, un inmenso prado alpina a media altura de la montaña y con estas espléndidas vistas.
Desde aquí tomaríamos un remonte que sube al Colle Bettaforca, uno de los puntos de partida para ascender al Castor. En la foto se ve de frente el Paso del Rothorn, que es el collado por el que bajaríamos y hacia la derecha el remonte a Bettaforca.
Ya a más de 2.700 metros de altura, junto al restaurante de Bettaforca, tomamos otro remonte. Ahora bajamos hacia otro valle, el Vallone della Forca, donde empezaremos a caminar por fin.
Se acabaron los remontes de momento. Ahora nos toca ascender hasta el Paso del Rothorn para descender de nuevo a Santa Anna. Una excursión llevadera para mantener forma. 400 metros de desnivel de ascenso y 600 de descenso. Ahora tenemos vistas a otro gran valle, el Val d'Ayas, por donde tambiñen se puede subir al Pollux y Castor que vimos de cerca unos días antes.
Tras un entretenido y suave rodeo encontramos las marcas del TMR. Estas marcas amarillas ayudan a localizar de manera muy fácil la ruta. Y tras dejar las pistas de tierra junto a verdes prados, ya vislumbramos el Paso del Rothorn al que nos dirigimos, junto a las salvajes formas del Monte Rothorn.
Toca la parte de ascenso, que no es muy larga y que hacemos con cierta facilidad. Parece que los dos días que hemos pasado en altura nos hacen sentir muy cómodos caminando a alturas menores. Y finalmente ganamos el collado: a una lado el Val de Lys y al otro el Val d'Ayas. Y por encima nuestro, las escarpadas siluetas de las cimas cercanas.
Disfrutamos de las vistas y empezamos el descenso. Ahora parece que empieza a taparse el cielo, aunque aparentemente no hay riesgo inminente de lluvia. A pocos metros del Paso del Rothorn tenemos un llano con dos lagos, desde donde todavía no vemos el punto final de la ruta.
Perdiendo un poco más de altura por fin vemos el llano de Santa Anna, donde tomaremos otra vez el teleférico para volver al coche.
El descenso parece vertiginoso, pero el camino traza diagonales y se hace más suave de lo que presumía. Tras un rato estamos de nuevo en Santa Anna, que ercibe ese nombre por una ermita dedicada a la madre de la Virgen María. Merece la pena acercarse al bucólico emplazamiento de la ermita y divisar el Val de Lys debajo nuestro.
Reposamos con calma aquí y bajamos de nuevo al coche para volver al cuartel general de Villa Tedaldi. Allí consultaremos la previsión meteorológica y planificaremos los siguientes días.