Monte Rosa (V): Capanna Margherita

12 de agosto de 2018. No recuerdo a qué hora nos despertamos, pero diría que fue a las 4 o a las 5 de la mañana. Refugio lleno y colas para tomar nuestra mantequilla y coger té, etcétera. Nos levantamos pronto pero acabamos saliendo los últimos del refugio. Esto sería tónica habitual en todos los ascensos que hicimos ese verano, en los que si no éramos los últimos en empezar a subir, casi. Aquí toca madrugar para evitar caminar por las tardes, cuando la nieve está más blanda y la caída a grietas es más probable. Por suerte nuestro camino está bien cubierto de nieve, y más después de las recientes nevadas.

Después del desayuno toca ponerse casco, crampones, arnés y cuerda, lo que también nos retrasa. Se nota quién tiene experiencia alpina y quién no. Una vez conseguimos tenerlo todo puesto empezamos a "caminar". Lo pongo entre comillas porque el Refugio Gnifetti está en un enorme promontorio rocoso y hay que bajar por una ferrata bastante corta. No hay más complicación que bajar unas grapas metálicas en la roca, pero con la cuerda, crampones y sobre todo el viento fuerte con el que se levantó el día era todo un poco más complejo. Y como no somos los únicos que bajamos por ahí hay que esperar a que vaya bajando la gente mientras te estás quedando pajarito por el frío. Vaya inicio... 

Por fin conseguimos bajar al glaciar, no recuerdo en cuánto tiempo, pero me pareció mucho para unos metrillos. Allí las complicaciones se acabaron por un rato. La subida era amplia y llevadera y empezaban a aparecer grietas pero eran fáciles de sortear. A las 7 de la mañana ya había parado el viento y echamos la mirada atrás al refugio.

Por encima del refugio Gnifetti

Ahora con buen tiempo y terreno sencillo pero entretenido vamos ganando altura. Tras un buen rato de ascenso, van destacando dos elevaciones. Una más grande y redondeada, completamente cubierta de nieve, la Pirámide de Vincent. A la izquierda y un poco más alejada, una elevación rocosa más pequeña, el Balmenhorn. La Pirámide de Vincent nos queda más cerca y parece más asequible, así que nos dirigimos hacia allí. Esta cima supera los 4.200 metros de altura y sería nuestro primer cuatromil del día. Ahora hace buen tiempo y el camino parece bastante asequible. Aunque aparentemente no tiene dificultad no puedo evitar estar un poco tenso. En la parte final la pendiente se acentúa, pero se hace sin problemas y así la alcanzamos. El esfuerzo por la altura ya se empieza a notar. Aquí podemos ver la foto en 360 desde la cima, aunque el casco tapa una parte importante de la imagen.

  

El día sigue bien y decidimos seguir ascendiendo. No nos queda demasiado para llegar al collado junto al Balmenhorn. Esta cima secundaria es un resalte rocoso que se alza pocos metros sobre el glaciar. En ella hay un pequeño refugio de libre acceso. Una de las primera ideas era hacer noche allí antes de seguir subiendo, pero el plan es llegar a la Capanna Margherita, que es donde tenemos reserva. Mientras nos acercamos al Balmenhorn vuelve el mal tiempo, con un viento fuerte y frío. Yo sugiero retirada, pero mi compañero propone ir al refugio del Balmenhorn y estar un rato allí recuperando temperatura y ver qué pasa con el tiempo. Llegamos a los pies del Balmenhorn, donde hay una pequeña ferrata para subir. La niebla nos ha tapado y no se ve mucho, como podéis apreciar en esta foto 360 a los pies del Balmenhorn.

Subimos la ferrata y llegamos a la cima, coronada por una estatua de Cristo y por el providencial refugio.

Parece mentira lo importante que es estar entre cuatro paredes en el momento oportuno. Recuperamos fuerzas dentro tomando algo. En el refugio caben unas 6 personas y ya está medio ocupado. Hay unos sacos y material dentro. Seguimos un rato entrando en calor. Aparecen dos polacos que entran, hablan un rato con nosotros y al salir cierran la puerta y... ¡sorpresa! La apertura desde dentro está estropeada y no conseguimos abrir. Al lado de la puerta hay un hierro en forma de palanca que parece que ya han utilizado otros, pero no conseguimos abrir. Al final decidimos abrir la ventana y salir por ella para abrir desde fuera, cosa que tampoco es fácil pues la ventana está bloqueada con nieve. Tras un rato de quitar nieve y usar el piolet para picar con cuidado en algún momento, abrimos bien la ventana y conseguimos salir. El tiempo no ha mejorado mucho, pero ahora no hace el viento que hacía antes. Bajamos la ferrata y mi compañero (otra vez, y no sería la última) me convence para seguir hacia arriba. Ahora no hace tanto frío, aunque nos acaba cubriendo la niebla. No se ve nada, pero por suerte se distinque la marcada traza en la nieve y podemos seguir el ascenso. Por el camino nos vamos encontrando a algunas personas en algún momento, como podéis ver en este vídeo. No olvidéis girar la cámara para ver lo que veíamos, o lo que no veíamos.

El terreno aquí es bastante llano y se avanza con una cierta comodidad, si quitas el viento y el frío, claro. Finalmente arrecia el mal tiempo y vuelve el sol. Ahora ya se distinguen las dos puntas de 4.500 metros de altura a las que intentaremos acercarnos. Seguimos subiendo, de manera constante y sin grandes pausas. Cuando estamos llegando al collado entre las dos cimas el tiempo se eterniza. Parece que ya estamos pero nunca acabamos de llegar. Cada ciertos pasos hay que hacer pequeña parada porque cuesta caminar. ¿Cansancio? ¿Altura? ¿Una combinación de las dos? Estamos cerca de 4.500 metros de altura y parece que el cuerpo lo nota. Finalmente alcanzamos el amplio collado entre las dos puntas. 

En la la amplia cúpula a nuestra derecha está el destino de hoy, la Capanna Margherita. Este refugio es la construcción más alta de Europa, a más de 4.550 metros de altura. El nombre se lo pusieron porque la Reina Margarita de Savoya estuvo allí en 1893 cuando se inauguró esta extraordinaria construcción. Llegar a ella no parece extraordinariamente difícil, pero parece que en la parte final aumenta la inclinación. Nos cruzamos con un grupo que baja que nos indica que no es difícil subir, pero que está un poco helado y que para bajar mejor tener a mano el piolet, aunque no sería necesario. Yo no lo tengo nada claro. Estamos cerca ya, pero me estoy poniendo nervioso sólo de pensar en el descenso por allí. Finalmente mi compañero lo vuelve a hacer, y consigue que suba. Para hacer este tipo de montaña, que no es muy difícil, ya hay que tener un cierto arrojo. Por suerte mi "jefe de cordada" lo tiene y ascendemos. El panorama desde aquí arriba es simplemente espectacular. Se ven los alpes marítimos, las cornisas de nieve de Monte Rosa y las altas cimas que tenemos cercanas. Y como no, el maravilloso Cervino. La foto en 360 que os pongo a continuación es del día siguiente por la mañana, pero da una visión estupenda de la panorámica en la entrada del refugio.

Descansamos en el interior del refugio. Creo que nos costó 70 € por persona dormir aquí, pero mereció la pena. Calentitos, buen ambiente, inmejorables vistas y de nuevo Wi-Fi. Y una curiosidad, estaban haciendo una investigación para ver adaptación a altura y probar posibles tratamientos a enfermos. A los voluntarios participantes nos tomaban medida de pulso y de saturación de oxígeno en sangre. Tras unas 3 o 4 horas de descansar en el refugio yo todavía estaba a 110 pulsaciones y a poco más del 70 % de saturación de oxígeno. Parece que mi adaptación a la altura no es buena del todo. Mi compañero estaba a 60 pulsaciones y 95 % de saturación de oxígeno. Increíble. Total, que al día siguiente por la mañana nos volverían a tomar medidas para ver si había diferencias. 

Total, que ahora, aún con un leve pero soportable dolor de cabeza quedaba descansar y disfrutar del lugar. Por ejemplo veíamos el Zumsteinspitze, la cima que íbamos a intentar el día siguiente.

Zumsteinspitze desde la Capanna Margherita

Y lo mejor aún estaba por llegar: el anochecer con vistas al Cervino.

Anochecer con vistas al Cervino

También veíamos las esbeltas cimas de los Lyskamm y el Mont Blanc.

Lyskamm y Mont Blanc desde Capanna Margherita

Y acabamos el día admirando de nuevo la cima que intentaremos mañana. La foto impresiona más de lo debido. Parece que la cima acaba en lo más alto de la roca, pero es un efecto óptico. En realidad el resalte rocoso que se eleva tanto es del Dufourspitze, una cima que se encuentra detrás de la nuestra y separada por una amplia depresión. Nuestra cima llega hasta el punto donde parece que se acaba la nieve.

Zumsteinspitze, Dufourspitze y Nordend anocheciendo

Yo he superado mis expectativas con creces ya. Y mañana tenemos que bajar a Staffal, donde tenemos el coche, volver a subir a otro teleférico y hacer unas 3 horas de ascenso hasta otro refugio para intentar el Castor pasado mañana. Parece complicado que todo encaje. Para mí, hacer la primera bajada del refugio ya será un éxito. No sé qué pasará mañana, pero toca dormir. 

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