Algunos de vosotros, a los que os gusta salir a la montaña y preparar excursiones, seguro que estáis acostumbrados a que gran parte de vuestros círculos os vean como el "pesao" que siempre va a la montaña y al que ya no hacen caso cuando organiza una salida a este medio. Pues bien, de vez en cuando también hay gratas sorpresas, como la que propició esta excursión. Recibes un aviso de una buena amiga, con la que has compartido alguna excursión, que te pide si puedes organizarle alguna salida sencilla. Y así es como, después de unos cuantos años sin visitar este precioso y singular rincón del Montseny, me decido a ir de excursión al Castanyer Gros de Can Cuch.
Hablamos de una excursión sin ninguna dificultad, con mucho terreno a la sombra y con diversos lugares de alto interés, siendo un clásico entre las excursiones para niños de la zona. Visitar un castaño de las dimensiones del Castanyer Gros de Can Cuch, y además meterse dentro, es algo que impresiona a todos, pero a los niños, especialmente curiosos, los hace disfrutar.
Así, partimos hacia el parking en els Dos Torrentons, que según pone en un cartel cuesta 3 € al día que se destinan al mantenimiento del espacio natural.
Pero es un día entre semana y cuando vamos al restaurante donde se tiene que pagar lo encontramos cerrado. Lastimosamente deberemos ahorrarnos los 3 €, jeje. Esta cuota parece que sólo se aplica en fines de semana y periodos de mucha afluencia.
Comenzamos así a caminar por pista, y pronto tenemos buenas vistas al Pantà de Vallfornes, un pantano bastante desconocido para mucha gente de la comarca, aún estando muy cercano.
En breve nos internamos en una sombría y bonita pista, que sube bastante. Suerte que no entra casi ni un rayo de sol y se está fresquito, que si no la sudada sería de consideración.
El camino está perfectamente indicado. Finalmente llegamos a la pequeña explanada donde se ubica el enorme Castanyer de Can Cuch, que había oído que incluso fue habitado, en su interior, por una persona.
Buscando un poco de información en la red, la web de Turisme Montseny nos dice que es el árbol con mayor perímetro de Catalunya, y que efectivamente en su interior habitó un carbonero que tenía una mesa, asientos e incluso una chimenea. Os dejo otra foto, ésta hecha por detrás.
Y para haceros una idea ésta es la apertura que hay en medio del tronco, vista desde su interior.
Y el tronco visto desde dentro. Os puedo asegurar que el interior es amplio, no como para instalarse permanentemente, pero no está mal.
La explanada al lado de este precioso y monumental árbol, con mesas y bancos, nos ofrece un estupendo lugar para reponer fuerzas a la sombra mientras observamos este estupendo ejemplar de la naturaleza.
Un rato después, para no volver por el mismo camino y conocer un poco más la zona, retornamos por el camino de Can Cuch, éste no tan sombrío como el otro, por lo que aquí sí que sudamos un poco. Desde él se aprecia el Pantà de Vallfornes, ahora a distancia y casi al completo.
Y como no, al final llegamos a la estupenda masia de Can Cuch, muy bien arreglada. La masia originaria es del siglo X, y fue propiedad de Yves Zimmermann y Bignia Kuoni desde 1989 a 2007. Actualmente es un hotel, construído sobre los planos que Anna Bofill Levi realizó en febrero de 1990. Y según parece el hotel actual no tiene desperdicio, siendo según TripAdvisor, uno de los 25 mejores hoteles pequeños de España. Podéis consultar toda esta información en su web.
Y seguimos con las visitas y curioseos varios. Nos dirigimos a Sant Salvador de Terrades, una ermita documentada ya en el siglo XIII, pero de la que ya no queda nada. Posteriormente y en la misma ubicación se construyó, en 1930, la actual ermita neogótica.
Os dejo una foto de su fachada principal, bastante diferente a las ermitas que estamos acostumbrados a ver por esta zona.
Y desde aquí descendemos de nuevo al coche, que se encuentra cercano pero hay que dar bien con el sendero. Hay una senda bien marcada desde la misma ermita, pero la dejamos siguiendo un camino que encontramos en el mapa Alpina del Montseny, y que nos lleva a Can Morera, una casa cercana. Allí, el amable propietario nos explica que el camino del mapa Alpina está un poco perdido y nos acompaña a retomar el sendero que habíamos dejado y que pronto nos devuelve al punto de partida.
Sin duda ha sido una interesante excursión, llena de pequeños descubrimientos y en buena compañía.