Supongo que en condiciones normales no me hubiera planteado hacer este itinerario. Los lugares por los que discurre no suponían ninguna novedad, pues todos me eran conocidos. O eso pensaba yo. Para empezar, el puente que servía para cruzar el Besòs desde La Llagosta ha sido tristemente eliminado y los que queramos disfrutar de la Serralada de Marina desde aquí tenemos que buscar alternativas que alargan cualquier recorrido.
Buscando los pasos alternativos en Google Earth y en mapas, me encuentro con una vista por satélite del Turó de les Maleses, que tiene un poblado ibérico que había visitado varias veces. El poblado siempre me había parecido más bien pequeño, y es que por lo visto sólo había visto una pequeña fracción, que corresponde al pequeño claro que hay en la parte inferior de la imagen.
Así, decidido, iré a buscar un acceso diferente a la Serralada de Marina y visitaré la parte que me queda por ver del poblado ibérico del Turó de les Maleses. Salgo de La Llagosta por el polígono industrial, al lado de la vía del tren hasta llegar a la Riera de Caldes, por la que podemos cruzar el puente por debajo de la vía del tren.
Seguimos la riera y después de cruzar por debajo de la C-17 y la C-33, ya sólo queda buscar el paso para superar el Río Besòs. El paso que encontramos es un puente cortado, que probablemente no podamos cruzar con lluvias recientes.
Ahora queda seguir el curso del río para llegar hasta la altura de Can Rovira, una hípica y un restaurante que quedan al lado de una cantera. Desde allí accedemos a uno de los rincones más interesantes a nivel estético y de contacto con el entorno natural: El Torrent de Can Torrents, una zona de alta humedad muy poblada en vegetación. De allí es la siguiente foto:
Y podemos ver la frondosidad de vegetación:
Saliendo del torrente, pronto damos con una pista que nos lleva entre viñas al camino de Sant Cebrià de Cabanyes.
La primera vista del campanario de Sant Cebrià, con la luz filtrada del sol y los colores del final de otoño resultan en una agradable visión de la ermita.
Enseguida llegamos a Sant Cebrià de Cabanyes, ermita románica perteneciente a Sant Fost de Campsentelles. Los primeros registros de la ermita son del año 1.192. El frontal del altar, del siglo XIII, está en el Museo Episcopal de Vic. La actual ermita fue restaurada entre los años 1.971 y 1.984. Al lado de ella hay una buena explanada para parar a descansar.
Tras una pequeña parada para tomar algo energértico y recuperar un poco de fuerzas, seguimos por senderos, que ahora suben sin parar entre espesa vegetación. Finalmente salimos a una pista de tierra, prácticamente en la parte más alta de la sierra, donde ya tenemos alguna que otra vista de una buena parte del Vallès, donde los claros de los árboles nos dejan ver lo suficiente. Pronto asoma la torre de vigilancia instalada en la Coscollada de l'Amigó. Nos dirigimos hacia ella para localizar el camino de acceso al Turó de les Maleses.
Inicialmente no estaba previsto subir a la Coscollada, pero ya que queda muy cerca, vamos en un momento a ver la espléndida vista que hay, del Vallès a un lado y del Maresme, Tibidabo y parte de Barcelona al otro. En la foto podemos ver la costa, aunque no se distingue muy bien porque el sol daba de manera muy directa.
También podemos ver, aunque un poco difuso por neblina, Montserrat, La Mola y parte del poblado ibérico del Turó de les Maleses que visitaremos en breve (la zona de roca pelada que se ve en el centro de la foto).
Volvemos un poco hacia atrás y subimos al Turó de les Maleses. Me encuentro con la parte que ya conocía, y a la izquierda de ella, veo que sale un sendero que continúa hasta la parte más grande del poblado, la que no había visto hasta ese día... Y con diferencia la más significativa y con mejor vista. Parece que el poblado fue habitado entre los siglos III y II a.C. y el estado de conservación es relativamente bueno. Pertenece a tres municipios diferentes: Badalona, Montcada i Reixac y Sant Fost de Campsentelles. En la foto anexa vemos la mayor parte del poblado con las montañas del Montseny al fondo a la derecha.
En la siguiente imagen podemos ver Montserrat y La Mola al fondo, con la Xiruca.
Y aquí vemos La Llagosta, origen y final de la excursión, con La Mola en su horizonte.
Sin ser un día muy claro, al fondo se distinguía la silueta del Puigmal y las montañas que circundan la Vall de Núria. Podemos verlas aquí:
Después de disfrutar de las amplias vistas que nos ofrece esta cima, bajaremos por una senda hasta Sant Pere de Reixac. La bajada es prolongada y con cierta pendiente, pero se hace bastante bien, y en poco tiempo llegamos a la pista de tierra que nos dará acceso a esta conocida ermita de Montcada i Reixac. Nada más salir a la pista, nos encontramos con la Font dels Caçadors, que el día de realización de la ruta no tenía agua.
Seguimos por la pista, ahora ya por un camino casi llano, para llegar a la ermita de Sant Pere de Reixac. Esta ermita es un lugar escogido por muchas parejas para celebrar su boda y tiene una buena visión de Montcada y pueblos cercanos del Vallès. Parece que la construcción original es del siglo XIII, pero que hubo dos grandes incendios históricos que obligaron a reconstruirla, uno en el año 1.652 y otro en el 1.936. Eso hace que la construcción tenga una mezcla de estilos arquitectónicos. Probablemente sea la ermita más conocida de esta zona, entre otras cosas porque es muy visible desde la mayoría de núcleos urbanos cercanos.
Podemos ver también desde aquí uno de los próximos objetivos: El Turó de Montcada, a la izquierda de la foto.
Descendemos hasta la carretera de La Roca, donde encontramos la Masia de Reixac, un restaurante bastante llamativo y donde se celebran numeros eventos.
Seguimos camino en paralelo al río, y lo cruzamos para llegar a Montcada i Reixac, y desde allí retornar a La Llagosta.
La ruta ha superado las expectativas. Muchas veces parece que no quede entorno natural cerca de donde vivimos, pero hay lugares dignos de conocer y admirar, aunque no sea tan espectaculares como otros, cerca de nosotros.