Otro jueves de excursionismo clásico. Dos semanas antes habíamos ido a Bellmunt y al Salt del Molí, pero hoy toca un clásico entre clásicos: el Puigsacalm desde el Coll de Bracons. Además hoy se nos añade Yoli, que está empezando a hacer excursiones con bicicleta y hoy hará su primera excursión de montaña desde que era niña.
Así, nos dirigimos al Coll de Bracons. Encontramos, inesperadamente, unas obras en el túnel del Figaró que nos retrasan bastante, pero acabamos llegando a nuestro destino, a muy pocos metros de la divisoria con Girona.
Nada más empezar hay una pared de piedra que a primera vista parece difícil de cruzar, pero acercándonos un poco se localizan las señales que indican el camino más fácil en una marcada y sencilla diagonal.
Pasado este punto, subimos un poco y no tardamos a adentrarnos en unos preciosos y frondosos hayedos.
El camino al Puigsacalm es sencillo, pero un pequeño error de orientación (mea culpa), nos hacer perder un poco de tiempo. Finalmente llegamos a la Collada de Sant Bartomeu, donde encaramos el camino a la Font Tornadissa.
Reponemos líquido y tomamos el camino que asciende, un poco más fuerte, hasta los bucólicos prados de Rasos de Manter.
Seguimos ahora por estos extensos prados, y pronto llegamos delante de una puerta para ganado, donde se acaban los prados y volveremos a unos hayedos para encara el ascenso final al Puigsacalm.
Antes de encarar el ascenso final, nos encontramos con un par de curiosidades: la primera, un pesebre que alguien ha subido y que se encuentra a la sombra de las vastas raíces de un árbol caído.
Pocos metros más adelante, justo donde dejamos el camino principal para tomar el último ascenso a cima, está la segunda de las curiosidades mencionadas: una caja de madera con botiquín en su interior (esparadrapo, algún anti-inflamatorio, Compeed...)
Finalmente llegamos a la cima, con vértice geodésico, libro de registro y amplias vistas. Lástima que lleva días sin llover y hay una neblina que reduce mucho la visibilidad.
Apreciamos el llano de Olot y se distinguen algunos de los volcanes cercanos. A lo lejos también se entreve alguna montaña pirenaica con restos de nieve. Mientras estamos recuperando fuerzas se nos acercan una cabra y su cabrito que reclaman nuestra atención para que les demos comida. El cabrito debe ser muy joven y es realmente llamativo, con unas pequeñas manchas blancas a mitad del lomo negro.
La madre del cabrito es realmente pesada y no deja de rondarnos durante nuestra estancia en la cima para que le demos comida. Un rato después, hechas las fotos y habiendo comido, sólo queda deshacer el camino para volver en poco más de una hora al punto de partida.
Otra clásica, disfrutando hayedos y prados. Hay que pensar cual será la próxima: ¿Cabrera? ¿Els Bufadors de Beví? Ya veremos...
Álbum fotográfico de la ascensión al Puigsacalm (Álbum de Carlos)
Álbum fotográfico de la ascensión al Puigsacalm (Álbum de Sergio)
Descripción de la ascensión al Puigsacalm