El ascenso a La Munia era un proyecto largamente esperado. Unos años antes había subido al Robiñera y me quedé con ganas de alcanzar la cima más prominente de este sector y de conocer su famoso Pas du Chat. Por fin este verano llegaba la oportunidad. Habíamos hecho noche en un borda cercana a Petramula. La borda no está en mal estado, pero el suelo de madera de la planta de arriba, donde dormimos, está un poco deteriorado y hay que andar con ojo al pisar. Dormimos cómodamente y calentitos, aunque en muchos momentos de la noche se oía el ruido de diversos roedores trabajando y comiendo por la borda.
Después de una larga y tranquila noche, bien descansados, nos levantamos poco después del amanecer para coger el coche y dirigirnos al llano de Petramula, donde aparcamos. Caminar a esta hora de la mañana es cómodo, pues el sol no da directamente, y el ascenso por prados hacia el Collado de la Puertas es digno de conocer.
El día es estupendo y apenas alguna nube aislada se puede apreciar en el cielo.
Las vistas desde el ascenso al Collado de las Puertas nos reconfortan y alegran. Por un lado se ven perfectamente las Tres Marías y el amplio Collado de Añisclo.
Ya llegando al collado, tenemos vistas al tresmil más cercano a Petramula, el estético Robiñera con sus singulares formas.
Pasado ya el Collado de las Puertas, alcanzamos los Lagos de La Munia, a 2.500 metros de altura, desde donde La Munia y el collado que da acceso a la cima por la cresta son bien visibles ya.
Tomamos un camino bastante cómodo y marcado, que va elevándose sobre los lagos y por el que alcanzaremos el Collado de La Munia, a más de 2.800 metros. Aquí ya tenemos vistas sobre el Circo de Troumuse, que se encuentra debajo nuestro en dirección Norte, ya en territorio francés.
Echamos la vista atrás, para tener una bucólica visión del Robiñera y de los Lagos de La Munia.
Ya estamos en la cresta que nos conducirá hasta la cima de La Munia, pero nos quedan unos 300 metros de desnivel todavía para alcanzarla. A partir de aquí debemos seguir bien los hitos y hay que usar las manos de manera continuada en muchos pasos, aunque no sean complicados.
Después de un buen rato salimos a un pequeño rellanito, donde nos espera el Pas du Chat o Paso del Gato, catalogado como paso de III grado.
Aquí encontramos unos resaltes cortos, de material liso y con poca adherencia. Hay una cuerda instalada que nos ayuda a superar este paso. En la parte derecha del resalte hay una fisura donde podemos apoyar las botas con seguridad para ascender. La verdad es que no es complicado de pasar, especialmente con la ayuda de la cuerda. Nos encontramos con unos franceses que están descendiéndolo y que han montado un rápel para hacerlo.
Superado el Paso del Gato hay que seguir trepando, por terreno más seguro pero algo aéreo. Ya no tardaremos en llegar a la parte más alta de la cresta, donde progresamos por terreno casi horizontal y algo estrecho en algún punto. Ya en La Munia, vemos toda la cresta hasta el Pico de Troumuse, con espectaculares paredes sobre el Circo de Troumuse.
En la cima tenemos privilegiadas vistas al macizo de Monte Perdido.
Unas cuantas nubes han ido entrando desde la vertiente francesa y nos tapan una parte de la vista. Aún así, el panorama es de ensueño y lo disfrutamos un rato antes de acometer el descenso por la larga cresta, donde tendremos que prestar atención para no tener ningún susto. A mitad de camino al Collado de La Munia, encontramos un hito que parece que deja la cresta y un pedregal que sale de ella y desciende con relativa comodidad. Nos dirigimos sin camino, pero en progresión segura, hacia la cresta que se dirige al Cuello de Robiñera y a una especie de cuello por donde descenderíamos al valle de Barrosa.
Llevamos toda la excursión buscando las posibilidades para enlazar La Munia con el Robiñera y según hemos leído y por lo que hemos visto, para ir hacia Robiñera deberíamos seguir por debajo de Cuello de Robiñera para rodear la cima y luego ascender a ella. Como no vemos claro el camino, pero sí el descenso a los Lagos de La Munia nos tiramos por sendos pedregales y tarteras, en su mayoría muy cómodas, hasta enlazar con el camino habitual cerca de los lagos.
Así, una vez en ellos, nos desviamos 10 minutos a la derecha para asomarnos a mirar el Valle de Pineta y la Cara Norte del macizo de Monte Perdido. Las vistas merecen la pena, aunque las nubes cubren Monte Perdido.
De nuevo en los Lagos de La Munia, nos refrescamos un poco en sus gélidas aguas. Yo sólo meto las piernas, pero mis compañeros se atreven a pegarse un chapuzón rápido, incluso caminando descalzos sobre la nieve. ¡Vaya cracks!
Acabado el descanso, descendemos de nuevo por las inclinadas praderas que nos separan del Plan de Petramula. Descendemos rápido, ya que el camino es sencillo y tenemos ganas de llegar de nuevo al punto de partida, donde unos pequeños terneros están custodiando nuestro coche.
Una vez allí, hacemos unos estiramientos, nos tomamos un refrigerio y nos dirigimos a Bujaruelo. Mañana toca otra interesante jornada de montaña, aunque aún no hemos decidido qué haremos.