Hoy, sexto día de la travesía, domingo. Toca mañana de turismo y relax. Tenemos desayuno en el Hotel Edelweiss, que aprovechamos, quizás demasiado... Chocolate y queso suizo, mermelada con tostadas, infusiones... Probamos un poco de todo. Después de empezar el día con el estómago satisfecho salimos a tomar el autobús hacia Orsières. El cielo sigue tapado, pero entre las nubes puede entreverse algún hermoso glaciar.
El autobús a Orsières nos cuesta 16 € entre ida y vuelta. Ya se ve que Suiza no es un país precisamente barato. Disfrutamos del trayecto, con hermosos prados y curiosos pueblos. En algo más de media hora llegamos a nuestro destino. Son las 9:30 aproximadamente de un domingo, por lo que como es de esperar no hay mucho movimiento. El autobús nos deja junto a la parada de trenes, donde podemos ver un histórico vagón de mercancías.
La verdad es que la ciudad no tiene ningún monumento reseñable pero encontramos diversas curiosidades que nos llaman la atención. Para empezar, un camino escolar marcado en el asfalto de las calles, con carriles dedicados a los escolares.
Y las típicas casas alpinas, muchas de ellas construídas con madera, no dejan de sorprendernos.
Pero por encima de todo, lo que más destacaría serían los excepcionales lavabos públicos, dignos de un hotel de 5 estrellas, abiertos al público, gratuitos y excepcionalmente limpios.
Tras un rato de callejeo encontramos también un estético cementerio, al que tomamos diversas fotografías. Aquí dejamos sólo una, en el link al final del relato podéis ver el resto.
Y después del turismo, a las 10:30, asisto a la misa en francés. Al acabar, foto a la iglesia y volvemos a coger al autobús que nos llevará de vuelta a La Fouly.
Mientras lo espero, aparece un grupo de chinos. Hablo con uno de ellos, muy simpático, que me explica que van a hacer el Tour del Mont Blanc con un guía y que hoy empiezan a hacer una parte. El hombre me dice que cada año hace un viaje a Europa y que Barcelona le gustó mucho.
Ya de vuelta en La Fouly, toca ir a por la mochila y comenzar a caminar. Son poco más de las 12 del mediodía. Hoy tengo unas 5 horas de camino, por lo que si no me entretengo llegaré a Arpette, donde puedo plantar mi tienda de campaña (en Suiza la acampada libre está prohibida, sólo se puede acampar en sitios habilitados para ello). Al poco de empezar a andar paso frente a este espectacular hotel.
Llaman la atención estas formidables construcciones de estilo alpino. Sería interesante verlas en invierno. Nuestro camino transita ahora junto al río. La primera parte de la travesía desciende asta los pueblo de Issert. La manera fácil de llegar allí sería tomar la carretera. Por suerte hay caminos para peatones muy bien señalizados, que nos llevan por pistas, senderos y junto a prados y ríos. Incluso hay algún trozo que nos sorprende por tener cadenas fijas para agarrarnos. Suponemos que es para asegurar el paso en invierno o con el terreno húmedo, porque la senda no tiene ninguna dificultad en esta época del año.
Otra de las variadas estampas que disfrutamos en la jornada de hoy son los espesos y verdes bosques suizos.
Poco a poco encontramos algunas caras conocidas. Algunos caminan con dificultad, parece que van cayendo las lesiones. De momento a mí me respetan, espero que se prolongue la racha. Y en un tramo de descenso escucho a una pareja hablando en catalán. No puedo resistirme a hablar con ellos. Resulta que viven muy cerca de casa. Les hago un par de fotos a petición suya y seguimos andando juntos un rato, compartiendo impresiones.
El trayecto de hoy no es tan montañoso como los anteriores pero no deja de ser espectacular. Por lo menos a mi me impresionan los pueblos suizos por los que avanzamos.
Otra costumbre típica es la de poner en las casas decoración con tallas hechas en madera, como este pequeño oso encaramado a un balcón.
O este pequeño trineo que decora el lateral de una farola.
Atravesamos un par de núcleos más, como el de Les Arlaches, que nos ofrece esta visión de postal desde sus afueras.
Un rato después nos adentramos en Issert, el último pueblo que cruzaremos antes de comenzar a ganar altura de nuevo. Destaca en medio de la población esta casita que aprovecha una roca natural como terraza.
Cruzado el pueblo, empezamos a ganar altura y tomaremos una pista hacia Champex. Por el camino encontraremos numerosas tallas de madera, dentro de la denominada "Ruta de los champiñones".
También hay vestigios de antiguas explotaciones mineras, que tuvieron actividad entre 1903 y 1955.
Desde luego no nos faltan elementos a curiosear durante todo el camino. Tallas de diversa índole siguen soprendiéndonos. Por ejemplo, estas dos ardillas que parecen estar pugnando por un champiñón.
O este hermoso jabato.
Por fin llegamos a Champex, un hermoso pueblo construído alrededor de su no menos hermoso lago. Lo primero que encontramos al llegar a los pies del lago son unos pescadores en plena faena.
En él se concentran actividades de navegación y pesca y alrededor del mismo hay numerosos establecimientos hosteleros. Y como en todos los pueblos suizos que hemos recorrido hay un increíble lavabo público de libre acceso. En mi caso me viene que ni pintado, pues el estómago parecía empezar a estar un poco revuelto...
Después de disfrutar del increíble lago, salimos de Champex en dirección a Arpette, que es nuestro destino final. Aquí el recorrido del Tour empieza un largo flanqueo hasta Forclaz, pero nosotros seguiremos la variante de Arpette, que nos llevará hasta la Fenetre d'Arpette, un altivo y salvaje collado al que no vemos la hora de llegar. Eso será mañana. Ahora debemos llegar hasta el telesilla de Champex, donde tomaremos la senda que asciende hasta nuestro objetivo final de la jornada, el Relais d'Arpette.
Junto al telesilla hacemos un pequeño descanso. Algo no va bien. Camino despacio y empiezo a notar que me faltan fuerzas, pero los músculos están en perfecto estado. Por suerte quedan unos 40-50 minutos para el Relais d'Arpette y no hay mucho a ascender. La senda que nos lleva hasta allí, en su mayoría, avanza junto a un canal donde el agua fluye con fuerza.
Llegamos a Arpette. Pregunto por la zona para acampar y me cobran 13 € por usarla. No obstante, podré usar los lavabos y unas mesas y picas para cocinar. Lo más curioso de todo es que me atiende una española.
Ahora me quedan un par de problemas por resolver: el primero es que la tienda de campaña está muy húmeda y tengo que secarla de alguna manera y el segundo es que me empiezo a encontrar bastante débil y con frío. La española que me ha atendido me dice que en el sótano hay un chorro de aire caliente que puedo usar para secar la tienda. Bajo a extenderla y me siento un rato allí a esperar a que se seque. Esto no va a ser rápido. Así que decido ir a cenar para ver si entro en calor. Me preparo unas sopas y de segundo un lomo de atún que me cuesta mucho acabarme. Me ha sobrado el segundo plato. De hecho me acordaré bastante tiempo de ese lomo de atún. Y sigo teniendo frío, así que decido ir a ducharme con agua caliente. Finalmente la ducha me ayuda a entrar en calor de nuevo. Menos mal.
Al final he entrado en calor y se ha secado la tienda, parece que hay esperanza, jeje. Me acerco a montarla y me reciben unos simpáticos cabritos.
Después de esto me voy a dormir. Me llega un mensaje de mis compañeros. Ya han ascendido el Gran Paradiso, un famoso 4.000 y ahora van a por el segundo, el Castor. Llevan dos días en el refugio por mal tiempo esperando que mejore para poder atacar la cima. Espero que lo consigan.
De momento nos toca descansar. Mañana nos espera la Fenetre d'Arpette y las previsiones del tiempo siguen sin ser buenas. Veremos si podemos disfrutar de las vistas.