Sábado de noviembre. Pleno otoño. Empezamos el día en el punto de desayuno habitual, del cual no daré nombré, tan sólo diré que tienen cosas pequeñas y buenas... Después de echar un poco de calorías al cuerpo toca ir a quemarlas. Hoy el plan es ascender un cent cim en el Rosselló, muy cerca del Puig Neulós: el Puig de Sant Cristau. Después iremos a visitar Collioure (o Cotlliure, en catalán) para visitar la tumba de Antonio Machado y ver el pintoresco y hermoso pueblo de la Cote Vermeille francesa. Tras un par de horas de coche llegamos al Coll de l'Ulllat, punto de partida. En este punto tenemos zona de picnic, zona de aparcamiento y refugio.
También es un buen punto de inicio de excursiones. Al Este tenemos el Puig Neulós y al Oeste el Puig de Sant Cristau. El primero se distingue desde lejos, especialmente por la gran antena que lo corona y está limitando entre Francia y España. El segundo, el que ascenderemos hoy, es de altitud más modesta pero su recorrido es muy agradable, especialmente en otoño.
Comenzamos la ruta con un ascenso corto y bastante suave entre pinos, para ganar enseguida una cómoda loma donde abundan los castaños y hayas. Por el camino no faltan las vainas espinosas de las castañas caídas, aunque la mayoría están vacías. Llegamos pronto al punto más alto de la excursión, el Puig d'Orella. Esta cima es una suave y redondeada prominencia, que apenas destaca pero que ofrece unas vistas remarcables. Distinguimos el Fort de Bellegarde en le Perthus y el Moixer, cima comarcal del Alt Empordà. El Puig de Sant Cristau y el Canigó quedan justo detrás de las nubes.
Fotitos, pequeño descanso y emprendemos descenso hacia la marcada pista que transita por la falda de la loma. Se disipan las nubes y podemos ver el Canigó, ya cubierto por la primeras nieves y siempre destacado por estos lares. La pista transita entre prados y bucólicos hayedos.
Pronto el amplio camino desciende hasta llegar a la Font de Sant Cristau, donde un chorrito de agua con fuerte sabor mineral nos da la bienvenida.
Aquí queda la duda de si es mejor tomar la senda que asciende directamente o seguir la pista para hacer cima. Comprobamos la pista siguiéndola unos metros y parece que da mucha vuelta hasta hacer cima, por lo que probamos la senda. El ascenso está un poco sucio pero no entraña ninguna complicación. Únicamente hay que tener cuidado porque el terreno está húmedo y podemos resbalar en alguna piedra. Los restos de un jabalí "aromatizan" el ascenso. Al poco salimos a una zona de prados y rocas, ya muy próximos a la cima y con marcas de pintura amarilla que nos muestran el camino más sencillo.
Cerca de la cima se encuentra un refugio libre y en la cima hay una cruz y los restos de la torre de un castillo. Antiguamente había habido una ermita también. Hacemos la foto "cimish" de rigor, con el Canigó de fondo.
La panorámica de 360 grados desde aquí es espectacular. Dominamos gran parte del Rosselló y Perpignan al Norte. Al Oeste destaca el altivo y nevado Canigó y el Moixer y al Este se distingue con claridad el Puig Neulós por su antena, una de las cimas más orientales del Pirineo en superar los 1.000 metros de altura.
Tomamos algo energético y tras disfrutar la vistas iniciamos el retorno al punto de partida. Ahora buscamos descender por el lado Oeste de la montaña, hasta encontrar una amplia traza que nos lleva en múltiples giros hasta el Coll de la Branca, donde quedan los restos de pequeños almacenes para municiones, construidas por entramados militares franceses a finales del siglo XIX.
La pista vuelve a virar y pronto estamos de vuelta en la Font de Sant Cristau. Desde allí, en lugar de volver a ascender al Puig d'Orella, iremos siempre por la pista que va por la cara Norte de la montaña hasta retornar al Coll de l'Ullat. Así acabamos la excursión con un tranquilo y placentero paseo a la sombra de las hayas.
Ya de vuelta en el Coll de l'Ullat nos tomamos los bocadillos en las mesas de picnic, aprovechando el sol que aún nos calienta. Al acabar descendemos por Saint Jean de l'Albere, con un breve parada para ver la ermita del siglo XI. El acceso a la misma, que estéticamente no parece nada del otro jueves, está cerrado, así que acabamos visitando el cementerio anexo.
Seguimos nuestro camino a Collioure. La carretera es buena y llegamos rápido, con vistas a las frecuentes viñas de esta región y a la Cote Vermeille. Ya en Colliure vamos primero a visitar la tumba de Antonio Machado. Machado murió en Collioure en 1939 huyendo de la guerra, poco después de emprender su exilio a Francia, no pudiendo resistir las penalidades del viaje. Poco después lo hizo su madre, que también había huído con él. Ambos están enterrados en el cementerio de este pintoresco pueblo francés.
Tras la visita a la famosa tumba, nos trasladamos a la playa de Saint Vicent, donde hay un pequeño puerto, el faro, la iglesia de Notre Dame des Anges y el Château Royal.
Damos una vuelta por el pueblo y, tras ver como nos iban cerrando todas las creperías y restaurantes del pueblo, decidimos regresar a España donde no se acaba la vida tras la puesta del sol. Así que finalmente renunciamos al "crep prometido" pero acabamos la jornada con una espectacular pizza italiana en Llançà. No fue un mal cambio. ¡Hasta la próxima!