13 de agosto de 2017. No son las 14 todavía. Hemos descendido de la hermosa Punta Zumstein hasta los teleféricos y ya estamos en Staffal, en el coche. Primera parte sorprendentemente realizada con éxito y a tiempo. Ahora toca revisar mochilas en el coche y coger lo antes posible los remontes hacia Bettaforca, al otro lado del valle de Lys. Repetimos la operación de unos días antes: teleférico a Santa Anna, el hermoso altiplano de verdes prados para coger allí el telecabina al Collado Bettaforca, casi a 2.700 metros de altura. La diferencia es que hoy iremos de allí al Refugio Quintino Sella en lugar de hacer travesía. Este refugio es la base de ascenso al famoso Castor, uno de los cuatromiles más accesibles del macizo. Hace dos años, en agosto de 2015, mi compañero estuvo allí con otro amigo mientras yo realizaba el Tour del Mont Blanc. Pasaron 3 días dentro del refugio porque entró mal tiempo y no era buena idea subir a ningún sitio. Recuerdo que cada noche me enviaban un SMS: "Mal tiempo. Nos quedamos en el refugio esperando que haga bueno". Hay que decir que no recuerdo exactamente el contenido de los SMS ni lo he consultado pero me he permitido esa pequeña licencia. Finalmente tuvieron que descender cuando mejoró un poco el tiempo.
Total, que iniciamos el ascenso, que preveemos que dure unas 3-4 horas por el marcado sendero que va remontando el rocoso pero cómodo terreno. Al rato echamos la mirada atrás para ver de nuevo donde nos ha dejado el telecabina y los Montes Bettaforca y Rothorn por donde hicimos travesía el otro día.
Seguimos ascendiendo. Ya empieza a notarse la acumulación de desnivel del día, pero vamos bastante bien todavía. En cosa de un par de horas empezamos a ver algo de nieve ya y alcanzamos la zona del Paso Superior de Bettolina.
Estamos por encima ya de los 3.100 metros de altura, pero aún nos queda ascenso. Ahora empieza a envolvernos la niebla. El camino no tiene dificultad técnica y se deja hacer bien. Cuando estamos ya por encima de los 3.400 (por encima de la altura del Aneto), llegamos a una cresta que sube con más suavidad hasta que empieza una vía ferrata.
La ferrata es de lo más variada y se puede hacer muy bien sin material, pues no es compleja. Tardamos unos 45 minutos a atravesar toda la zona equipada con puentes, cuerdas, escalones de piedra y equipaciones varias. En su mayoría este tramo es más horizontal que el resto y gracias a la equipación se pasa sin apuros. Y por fin, un poquito antes de las 18, estamos en el Refugio Quintino Sella.
Esta instalación está compuesta por tres edificios: el más grande es el nuevo refugio y los dos pequeños son el refugio original y los lavabos. A nosotros nos dan plaza en el refugio original. En la foto siguiente en 360 puedes ver los tres edficios y detrás del refugio original el Castor y los Lyskamm que hemos estado admirando en jornadas anteriores.
Nos queda toda la tarde para decansar y recuperar fuerzas para el intento al Castor el día siguiente. De momento en nuestro refugio no hay nadie más. Nos instalamos en la parte de arriba, que es una clásica buhardilla de madera.
Al rato llega un alemán que nos cuenta sus peripecias en ultra-trails: nos explica que quedó tercero en una de más de 200 kilómetros y donde estuvo dos días sin dormir. Orgulloso, muy orgulloso de su gesta. La verdad es que no es para menos. En algún momento de la tarde se abre la niebla y podemos disfrutar las vistas. Entre ella vemos la Pirámide de Vincent que subimos hace dos días. ¡Qué espectáculo!
Estamos casi a 3.600 metros de altura y al día siguiente sólo tendremos que ascender unos 600 metros más de desnivel. Parece asequible, pero veremos mañana cómo se nos da la cosa. El Castor nos espera. De momento recuperamos fuerzas, pues estamos bien pero se empieza a notar la acumulación de metros.