Tras haber ascendido la Marmolada buscamos conocer una zona nueva en Dolomitas. Tenemos diversos mapas de la zona pero no una idea clara de dónde ir. No recuerdo muy bien cómo, pero al final seguimos un cartel que ponía "Cinque Torri: 6 € - beds". O eso me dice mi memoria...
Tras un rato de una bonita carretera de montaña aparecimos junto a un refugio con unos torreones impresionantes de piedra detrás.
Una vez allí comprobamos que los 6 € era el precio del taxi que te subía hasta el refugio. Aún así el entorno era espectacular y decidimos quedarnos para hacer una ruta circular al día siguiente con un pequeño trozo de vía ferrata. Es curioso cómo por casualidad a veces encuentras las cosas que más te acaban sorprendiendo.
Así fue como al día siguiente tomamos el camino que se dirige al Passo Giau para iniciar esta ruta. Al poco de empezar las vistas del Rifugio Scoiattoli, de Cinque Torri y de los interminables prados verdes son remarcables como mínimo.
Pronto dejamos los prados para ir a buscar un sendero estrecho por terreno más agreste.
El terreno cambia a cada rato y estamos maravillados del paisaje que nos envuelve. Después de avanzar un rato echamos la vista atrás. Se dibujan las lazadas del senderito por el que hemos bajado, y de fondo, la enorme mole de la Tofana di Rozes.
Nuestro camino avanza cómodo, pero seguimos topándonos con curiosidades. Poco antes de tomar el desvío hacia la vía ferrata y hacia el Refugio Nuvolau, una enorme roca que parece que un coloso haya dejado allí en medio adorna el paisaje.
Empezamos el ascenso hacia la vía ferrata. Ahora sorprende la magnitud de la Tofana di Rozes con Cinque Torri delante suyo.
Pronto nuestro camino deja de ser apacible y gana altura cada vez más fuertemente.
Al final del sendero, cada vez más vertiginoso, llega el vertical y corto tramo de vía ferrata.
Aunque en la foto impresiona, el camino está muy bien asegurado y no es difícil de recorrer. Es una especie de canaleta cerrada, por lo que la sensación de caída se reduce considerablemente.
Cuando salimos de la ferrata, el panorama cambia completamente. Ya hemos dejado atrás los prados y ahora toca transitar por camino rocoso, con escasa vegetación y con el Rifugio Nuvolau ya a la vista.
A medida que nos aproximamos al refugio, vuelve a incrementarse la pendiente y ganamos altura ayudados por pasamanos en algunos tramos. Los últimos metros no son complicados, pero nos tenemos que ayudar de las manos y de los cables que hay instalados para subir con mayor comodidad. Detrás nuestro se alza esbelta Ra Gusela.
Y finalmente llegamos al Rifugio Nuvolau. Sorprende el constraste de "densidad de población". Hasta aquí hemos llegado casi sin cruzarnos a nadie y de golpe nos encontramos con decenas de personas.
Aparte esquivar a la gente y tomarnos algo, disfrutamos de las amplísimas vista que tenemos en esta accesible cima de algo más de 2.500 metros de altura.
Por un lado tenemos las enormes Tofanas, y nuevamente Cinque Torri, mucho más pequeñas, a donde nos dirigimos para concluir nuestra ruta.
Empezamos a descender hacia el Rifugio Averau, a los pies de la salvaje y homónima cima.
Cuando alcanzamos el Rifugio Averau, el sendero se convierte en pista y la pendiente descendente se vuelve muy amable.
Ahora por pista de tierra, entre los característicos y verdes prados dolomíticos, seguimos hasta llegar a un nuevo refugio, el Rifugio Scoiattoli.
Entendemos aquí de dónde sale tanta gente y por qué están todos concentrados en esta ladera del Nuvolau... Un telesilla transporta a la gente hasta el Rifugio Scoiattoli, que se halla a pocos metros de Cinque Torri y de los búnquers que recuerdan la guerra que estas tierras vivieron el siglo pasado.
La verdad es que no lo esperábamos, pero esta ruta nos está regalando la vista. Junto a la pared más alta de Cinque Torri localizamos un parapente sobrevolando el entorno.
Aún no hemos acabado nuestra vuelta. Iremos ahora a curiosear el entorno de las esbeltas torres que dan nombre al lugar.
Empezamos por la zona de búnquers de la Gran Guerra, recreados más o menos como debieron ser en su momento.
Y seguimos nuestro paseo bajo las paredes de las torres, mirando los numerosos escaladores que desafían a la gravedad en paredes de todos los tipos y dificultades. Esto es realmente un paraíso para los escaladores.
Estamos alrededor de una hora pasendo bajo las diversas torres. Mirando una pared, luego otra, viendo cómo escalan hasta las agujas más alta o cómo algunos niños trepan por paredes más pequeñas aprendiendo la técnica. Vale la pena perderse un rato por aquí.
En esta segunda jornada en Dolomitas no hemos subido una cima de tanto prestigio como la Punta Penia de la Marmolada. Pero hemos disfrutado tanto o más que el día anterior. Y mañana más, a por las Tre Cime di Lavaredo.
Si quieres ver todas las fotos de la jornada las tienes aquí.