Después de un día intenso ascendiendo el Pic de Sallafort y dando una curiosa vuelta por el entorno de Requesens, debíamos esperar a ver cómo empezaba el día. Amaneció nuboso, tal y como había concluído el día anterior, así que decidimos dejar la montaña y acercarnos al interesantísimo espacio de Aiguamolls de l'Empordà.
Este espacio, que es Parque Natural, congrega una gran cantidad de aves migratorias. Muchas de ellas son fáciles de ver desde sus numerosos miradores si esperamos el tiempo suficiente y mantenemos el silencio necesario para no espantarlas. Así, pues, cambiamos el chip para hacer una excursión más tranquila en la que descubrir y gozar de este espacio. Lo primero que encontramos en él fueron un par de plafones con fotos y explicaciones de las especies que podíamos descubrir allí, empezando por la vegetación:
Hay diversos itinerarios a realizar y ninguno de ellos supera los 4 kilómetros de distancia (por trayecto) Optamos por el más largo, que pronto nos lleva al Aguait de les Gantes. En este primer mirador vemos las montañas del Empordà y observamos una garza real.
La verdad es que si quieres conocer las aves migratorias de la zona éste es el lugar. Incluso hay en cada "aguait" o mirador un poster con las diferentes especies para los que como yo tenemos un conocimiento escaso de las diferentes especies.
Seguimos con nuestra visita. Pronto encontramos un camino que nos lleva al mirador más alto de la zona, el Aguait del Matar, donde podremos disfrutar de una extraordinaria panorámica de 360 grados que cubre desde la Alta Garrotxa y l'Escala hasta las montañas de l'Albera, de la Serra de Rodes y el Cap de Creus.
Subiendo a la parte más alta de este último observatorio podemos entretenernos viendo las pisadas de las diferentes especies animales de la zona en los escalones.
Desde arriba disfrutamos de una amplia vista de toda la zona por la que hemos andado. Seguimos nuestro camino. Rápidamente nos encontramos con otro mirador, l'Aguait del Bruel.
Y para finalizar el recorrido, aparecemos en la bucólica playa de Can Comes, encabezada por una altiva torre de vigilancia construída en madera.
Llegados aquí, un tanto sofocados por el calor que ha sustituido a las nubes del principio de la jornada, retornamos a El Corralet donde tenemos aparcado nuestro vehículo. Se acaba otra Xirucada, pero la próxima no tardará en llegar.