Tres años después de nuestra primera visita por fin volvemos a las maravillosas cimas dolomíticas. Para empezar esta segunda incursión, ahora en verano de 2021 y en medio de la pandemia del coronavirus, decidimos ascender al Piz Boé desde Passo Pordoi. El Piz Boé es uno de los tresmiles más asequibles de Dolomitas y nos permitirá empezar sin demasiada exigencia para irnos poniendo a tono durante la semana.
La ruta escogida se inicia en Passo Pordoi, uno de los puertos más conocidos del Giro de Italia, con un monumento al ciclista e ídolo local Fausto Coppi para atestiguar sus gestas.
Para alcanzar el Piz Boé desde aquí hay dos opciones habituales: subir con teleférico a Saas Pordoi y alcanzar la cima desde allí en algo más de una hora o ascender caminando por el penoso pedregal que lleva a la Forcella Pordoi.
En nuestro caso optamos por una tercera opción un poco más larga, que consiste en rodear parte del macizo bajo sus retablos rocosos para ascender por una canal más corta que el pedregal de la Forcella Pordoi y alcanzar la cima desde allí. El descenso los haremos por la ruta normal.
Como casi todos los ascensos en Dolomitas, nuestra ruta empieza atravesando hermosos prados alpinos en dirección a la Forcella Pordoi.
Cuando estamos a punto de llegar a la zona pedregosa, donde vemos el desfile de excursionistas ascenciendo, dejamos la ruta normal para desviarnos a la derecha, por una senda marcada como itinerario 626.
La senda avanza a lo largo del macizo, de manera cómoda bajo sus imponentes paredes.
Durante la vuelta al macizo veremos muchas de las cimas más prominentes de los Dolomitas. Nada más empezar tenemos la imponente visión de la Marmolada y el Gran Vernel detrás nuestro.
Tras avanzar un rato divisamos el Antelao, el Monte Pelmo y la Civetta, todos de altura superior a 3.000 metros. Si todo va bien intentaremos ascender alguno de ellos los próximos días.
Alrededor de una hora después de haber tomado el sendero 626 llegamos a los pies de la Via Ferrata Piazzeta, calificada como difícil y que lleva directamente a la cima del Piz Boé.
Nos quedamos un rato mirando cómo diversas personas afrontan los primeros metros de esta vía, que dicen que son las más complicados. Realmente al principio parece haber muy pocas presas y algunos se lo piensan antes de ascender en falso...
Nosotros seguimos por senda corriente, rodeando la base del macizo, hasta que empezamos a girar y ya divisamos la canal por la que ascenderemos y los excursionistas como hormiguitas subiendo por ella.
Aparecen también las Tofanas en este punto, con la Tofana di Rozes al extremo derecho del macizo.
Al poco afrontamos esta canal, por material descompuesto pero que se deja hacer. En la parte alta hay numerosas cuerdas fijas que nos ayudan en el ascenso, que nos lleva algo menos de media hora.
Al superar la canal el panorama hacia la Marmolada es impresionante.
Hace casi tres horas que hemos empezado a caminar, aunque hemos estado unos 30 minutos parados al pie de la ferrata. Ahora estamos en una especie de meseta pedregosa. Seguimos los hitos que nos llevan por terreno cómodo y ascenso asequible. En algún punto aislado que está más descompuesto hay sirgas de apoyo.
En poco rato más finalizamos nuestro ascenso y ganamos la concurrida y panorámica cima del Piz Boé. Aquí el número de personas se multiplica, pues confluyen todas las rutas de ascenso, especialmente la que viene de la Forcella Pordoi, que es por donde llega más gente.
Nos ha llevado unas 4 horas de marcha tranquila desde el inicio alcanzar esta cota, que está muy concurrida. La cima está coronada por una Madonna y el Rifugio Capanna Piz di Fassa, donde no cabe ni un alfiler.
Se nota que esta cima se alcanza con relativa facilidad y que hay refugios y teleférico que te dejan muy cerca.
Buscamos un rincón un poco más tranquilo para comer un poco mientras estudiamos el descenso hacia el Rifugio Boé y admiramos las imponentes mesetas del otro lado del macizo.
Perdemos altura de manera cómoda por marcada senda y no tarda en aparecer el Rifugio Boé debajo nuestro.
Tan sólo hay unos metros donde el descenso podría complicarse un poco, pero unos escalones y sirgas lo hacen muy asequible.
En 30 minutos desde la cima hemos llegado a la meseta de abajo, donde dejaremos el camino al Rifugio Boé para dirigirnos a la Forcella Pordoi para descender. Aquí el camino es de nuevo una cómoda senda que avanza sin perder mucha altura. Mirando atrás tenemos una visión diferente de la cima del Piz Boé.
En los pasos estrechos se nota la afluencia de gente y se forman colas.
En breve alcanzamos el refugio en la Forcella Pordoi, donde algunos suben a la estación superior del teleférico y otros descienden a pie por el pedregal.
Junto a la Forcella se aprecia mejor la magnitud de las paredes rocosas a lado y lado de la misma.
Llegados aquí sólo queda tirarse por el pedregal siguiendo la larga fila de personas y procurando no tirar mucha piedra. Intentamos atajar en un punto, pero las piedras se desprenden con una facilidad pasmosa y no nos queda otra que tener paciencia y seguir descendiendo por el mismo sitio que los demás.
Y así retornamos al Passo Pordoi, unas 7 horas después de haber partido. La ruta ha sido variada y no demasiado exigente, una buena toma de contacto con este mágico macizo. Para mañana tenemos un objetivo un poco más ambicioso. A ver cómo resulta.
Si quieres ver todas las fotos de nuestra vuelta al Piz Boé las tienes en este enlace.